Definir el concepto de comunidad, es complejo. Su definición práctica hace referencia a un grupo social con características compartidas entre las que figuran el territorio, la lengua, la cultura, etc.; que establecen relaciones entre si y el medio que les rodea, a partir de la comunicación, los intereses y el apoyo colectivo para satisfacer sus necesidades o resolver problemas. La comunidad, entonces, está hecha de relaciones de acciones compartidas, de problemáticas o alegrías conjuntas, sentidas y vividas, así como de memorias individuales y colectivas.
En un contexto de crisis estructural, donde la pobreza, la devastación de los recursos naturales y la pérdida del tejido social son parte de nuestro cotidiano, el concepto de comunidad cobra especial fuerza. La comunidad remite a lo local, en donde es necesario la integración de diversas dimensiones para propiciar cambios que beneficien a nivel individual y colectivo. Las dimensión medioambiental, económica y social son básicas para lograr el desarrollo integral de las personas y comunidades.
El desarrollo como acción de mejora no puede desligarse de la comunidad, por lo que resaltamos la importancia de lo local en la acción integral necesaria para propiciar procesos de mejora social, económica y medioambiental en entornos vulnerables; es por ello que el Modelo de Intervención de PRAE apuesta por el Desarrollo Comunitario como detonante de las capacidades individuales, grupales y comunitarias en beneficio de la población con la que trabajamos, que les permitan mejorar su calidad de vida a través de la utilización de los recursos económicos, sociales y culturales del territorio al que pertenecen.
Mediante este modelo se fomenta la participación activa de todos los agentes que conforman la comunidad, estableciendo procesos de colaboración y articulación entre la población y las instituciones; potenciando procesos formativos que contribuyen a desarrollar, a aumentar las capacidades participativas de las personas para encaminarlas a reconocer sus recursos y problemáticas y gestionar soluciones viables a su contexto, que permitan alcanzar objetivos colectivos de mejoramiento de sus condiciones económicas, sociales y culturales. Mediante estos procesos las comunidades se convierten en actores clave de su propio desarrollo, asumiendo su corresponsabilidad e interconexión.
En este sentido, el conocimiento que se tenga sobre las comunidades, sus actores y dinámicas, facilitan los procesos de desarrollo comunitario. Las soluciones a los problemas de pobreza y exclusión social no se aplican sobre individuos aislados, sino que estos se encuentran integrados en diferentes redes de relaciones, cuyo reforzamiento es imprescindible para lograr verdaderos impactos.
Para fortalecer estas redes, la esencia del quehacer de PRAE radica en desarrollar la vinculación con las comunidades que atiende, en conocerlas y también en lograr que la comunidad reconozca a PRAE como parte del colectivo, con el que caminan de la mano para lograr transformar en conjunto la realidad adversa a la que se enfrentan.
Para ello desarrollamos diversos proyectos comunitarios como el proyecto Traspatios holísticos, a través del cual mediante talleres de formación, recorridos, implementación de componentes, promoción de la organización y participación comunitaria, logramos fortalecer las capacidades productivas y organizativas de las personas, principalmente de mujeres rurales; de igual manera proyectos como Juega, Aprendes y Te Prendes y Rehilete, impulsan la capacidades de niñas, niños y adolescentes, fortaleciendo sus habilidades cognitivas y ayudándoles a desarrollar habilidades para la vida mediante el reconocimiento de su contexto.
El trabajar estos proyectos comunitarios de manera integral ha permitido ampliar el panorama de nuestras comunidades, al generar estrategias que los involucran y los ayudan a enfrentar situaciones adversas en múltiples dimensiones; ejemplo de ello ha sido el Curso de Verano Comunitario, en el que a través de diversas acciones de vinculación comunitaria se logró la participación de 63 niñas y niños de 6 a 12 años y 19 adolescentes, 9 de los cuales fueron voluntarios de 4 comunidades en donde el CDC Zacatlán tiene incidencia (Zacatzingo, UHMEY, Niños Héroes y Jicolapa), logrando un mayor involucramiento y conocimiento de la comunidades y el trabajo directo con niños, niñas y adolescentes.
Los retos de la vinculación comunitaria son muchos, el verdadero desafío consiste en involucrar en el análisis de transformación de la realidad de manera participativa y corresponsable, al colectivo formado tanto por los actores comunitarios como por las instituciones y organizaciones sociales, para encontrar intereses compartidos que enriquezcan la germinación de procesos de vinculación comunitaria y permitan dar los pasos a favor de las comunidades.