Antecedentes
El modelo de intervención creado en PRAE abarca desde la implementación, el desarrollo, la vinculación y la articulación entre las actividades educativas, sociales y de desarrollo comunitario; en armonía con el quehacer y las necesidades sentidas de las comunidades que se atienden. La construcción e implementación ha pasado por diversos momentos. Al inicio los Centros de Desarrollo Comunitario (CDC) de PRAE adoptaron el modelo de la propuesta educativa desarrollada en el Centro de la Amistad del Cerro del Judío, IAP (Cerro), proyecto comunitario de atención a la infancia que desde hace más de 40 años presta servicios de educación Preescolar y de Estancia; en donde se brinda atención a los niños ante factores de riesgo a su salud e integridad, a partir de un sistema de organización y gestión a cargo de las propias madres y padres de familia.
Su esquema de desarrollo promueve la participación activa de la comunidad desde un innovador sistema de formación y capacitación que incorpora y brinda oportunidades de desarrollo personal a las madres de la comunidad como educadoras comunitarias; valorando las iniciativas, el compromiso, la dignificación de los habitantes y la organización colectiva.
Para el desarrollo de su modelo de intervención, los CDC de PRAE asumieron como aprendizajes relevantes, a partir de la experiencia del Centro de la Amistad, los siguientes:
La adopción de pedagogías activas centradas en el estudiante, adaptadas a las necesidades de la comunidad.
El concepto de Educadoras Comunitarias, como un eje que genera oportunidades de desarrollo para las mujeres de la comunidad y sus familias.
El vínculo estrecho con la comunidad, con una participación activa y corresponsable.
La apropiación inicial de la experiencia desarrollada en el Centro de la Amistad, por PRAE, inspiró y orientó su concepto amplio de desarrollo comunitario; el cual considera centrales la participación y organización de la comunidad. No obstante –y a partir del aprendizaje de los CDC en estos años; así como la demanda de nuevos servicios, nuevas formas de entender la intervención comunitaria; en sintonía con las discusiones globales sobre derechos de los niños, educación para la paz, equidad de género, salud, desarrollo humano y desarrollo sustentable entre otros– PRAE impulsó la creación de un modelo propio de intervención que, si bien asume a la educación como un eje fundamental, se nutre con otros para la promoción de proyectos y actividades pertinentes, oportunas y eficientes.
Objetivo
Como parte del modelo educativo de PRAE, el proyecto de Educadoras Comunitarias busca potenciar capacidades y habilidades de miembros de la comunidad (en este caso, de mujeres); a través de un proceso de aprendizaje basado en la práctica, las experiencias, el razonamiento y el contexto social de su comunidad; con el fin de prepararlas para realizar tareas y actividades en un espacio colaborativo con PRAE o bien en otros espacios de su desarrollo personal y social (familia o comunidad).
Líneas de Formación
Se trata de ámbitos de incidencia en los sujetos de atención para favorecer su desarrollo integral y comunitario; además de que les permite desarrollar tareas como educadoras y promotoras en su comunidad. Las líneas formativas del curso son las siguientes:
• Desarrollo Humano
Incorporar el área de desarrollo humano resulta fundamental, para generar procesos de crecimiento y desarrollo. El autoconocimiento, la exploración y posterior potenciación de capacidades y habilidades personales, fueron metas del curso; que luego se convertirán en herramientas con un beneficio exponencial para la familia y el grupo al que pertenece cada persona. Es en esta línea en donde se abordaron temas que influyen en el desarrollo de una persona; como la autoestima, el autoconocimiento, el desarrollo de habilidades, la vida familiar, las problemáticas y necesidades; que son parte de su cotidianidad y determinan su actuar en los ambientes en los que se mueve. Para abordar los temas, fue valiosa la participación del equipo de Psicólogos y Trabajadoras sociales; dinamizando el proceso y garantizando que los temas fueran tratados por aquellos que contaran con las herramientas y habilidades profesionales para hacerlo.
Pero el hecho más sobresaliente para el propio equipo, fue la apertura de las participantes al tocarse temas de índole personal, su disposición para identificar áreas de oportunidad y para generar propuestas de mejora; incluso para tomar en cuenta las recomendaciones de los especialistas en materia de autoestima, autoconocimiento, control de emociones y familia. Las mujeres, admitieron tener la necesidad de trabajar en su persona “por dentro y por fuera”, con la intención de estar mejor ellas mismas y también para desarrollar mejor sus roles de madres y esposas.
• Desarrollo Social
Debido a que las líneas estratégicas de PRAE se concretan en: proyectos, programas, servicios, actividades, objetivos e indicadores; fue necesario incorporar en los contenidos del curso, temas ligados a estas líneas y que a su vez respondieran a las problemáticas de la comunidad; por ende, de las mujeres participantes del curso. Con el apoyo de médicos, enfermeras, ingenieros agrónomos y trabajadoras sociales (colaboradores de la institución); se desarrollaron sesiones para reflexionar sobre la salud, el medio ambiente, la situación del campo, el ejercicio de la ciudadanía, los derechos humanos, la participación y organización comunitaria, y el papel de las mujeres en cada uno de estos ámbitos.
En esta línea, también fue destacada la capacidad de análisis de las mujeres que participaron en el curso; para identificar problemáticas, necesidades y también recursos, sobre todo humanos, en Cuacuila. A través de los ejercicios reflexivos y participativos, las mujeres construyeron una pequeña radiografía de la situación de su comunidad respecto a los temas abordados; esta parte de la formación permitió a las mujeres identificar la importancia de su participación activa, como promotoras de valores y acciones concretas en beneficio de sus familias y comunidad.
• Capacitación Técnica
Implica un ejercicio de reflexión, por un lado sobre el contexto de la educación en nuestro país, estado y comunidad; así como el conocimiento del modelo de educación que se aplica en los programas de PRAE, es decir, cómo y para qué educamos en PRAE, también sobre los conocimientos (básicos) técnicos y teóricos sobre el método Montessori; metodología que rige los procesos de aprendizaje en la institución, los cuales serán replicados en la comunidad en beneficio de los niños, principalmente los menores de 12 años.
Las personas encargadas de formar a las participantes en esta línea, fueron precisamente mujeres retiradas de este proceso; mujeres madres de la comunidad, que se incorporaron años atrás al proyecto y que ahora se desenvuelven como guías, educadoras y promotoras en su comunidad. Este elemento, hace resonancia en las participantes del curso, las siete mujeres que ven en sus formadoras “la promesa cumplida”, pues son la imagen real de que aquello a lo que aspiran es posible; es un elemento que sin duda acrecienta la motivación y el ánimo del grupo, favoreciendo su desempeño en las actividades.
Aunque también fue en esta etapa de la formación en la que se hizo evidente el rezago educativo que existe en la comunidad; se identificaron deficiencias en materias como la lectura, la escritura, las matemáticas; en donde se observó que el desempeño de las participantes, no responde al nivel educativo que poseen. Cabe destacar, que no es un tema solo de calidad educativa, sino que las actividades en las que se desenvuelven las mujeres, no implican la práctica de este tipo de conocimientos o habilidades.
Procesos de Desarrollo del proyecto Madres Educadoras
• Planeación
En esta etapa y partiendo de la evaluación diagnóstica de las mujeres de Cuacuila, el equipo multidisciplinario de PRAE precisó el perfil de las posibles participantes, las líneas de formación y los contenidos; y comenzó a trabajar en el diseño de cada una de las sesiones buscando que la información y los materiales de apoyo, además de responder al objetivo de la reunión, resultaran interesantes y adecuados para el grupo.
• Convocatoria
Para invitar a las mujeres a participar en el curso fue necesario, respetando la costumbre de la comunidad, convocar a una asamblea general; en la que se informó a los asistentes la intención de PRAE de ejecutar el proyecto, los objetivos, las implicaciones y los alcances del mismo. Una vez que la comunidad estuvo enterada, aquellas mujeres que se interesaron y que cubrían con el perfil cumplieron con el proceso de inscripción al curso; llenando una solicitud de admisión y firmando una carta compromiso, en la que se especifican las responsabilidades tanto de las participantes como de la institución.
• Implementación
Durante esta etapa se facilitaron las 40 sesiones, por los integrantes del equipo multidisciplinario de PRAE, la mayoría en la modalidad de taller; algunas fueron sesiones de vivencias y otras más expositivas, todas de acuerdo a la temática a desarrollar y también con la característica de ser dinámicas y atractivas para el grupo; con la doble intención de mantener la atención de las asistentes, así como de generar la apropiación y la generación del conocimiento.
• Evaluación
Fueron diseñados instrumentos que permitieran evaluar conocimientos, prácticas y actitudes de las participantes; además de la necesidad de generar información que, una vez concluido el ejercicio formativo, permitiera tomar la decisión sobre quienes de las siete participantes estarían listas para comenzar a colaborar formalmente en un programa de PRAE.
En este sentido, se utilizaron listas de cotejo, rúbricas, guías de observación y entrevistas semiestructuradas; además de implementarse una sesión teórica y práctica para conocer el nivel de aprendizaje de las mujeres, respecto al Método Montessori y otros contenidos técnicos del curso.
Conclusiones y recomendaciones
La experiencia de formación con este grupo, ha significado para PRAE un reto más amplio; en el sentido de enfrentarse a mujeres que, a pesar de tener considerables limitaciones, sobre todo en el campo cognitivo, cuentan con el ánimo y el deseo de superación; pero más aún con la disposición para hacer lo que esté en sus manos para lograr que así sea. Son mujeres como otras en diferentes contextos, son responsables no sólo de las tareas que tradicionalmente les son asignadas por su género; como la crianza de los hijos y el cumplimiento de las labores domésticas; sino que además son personas productivas, al ser también responsables de tareas que benefician económicamente a la familia, como la crianza de animales (borregos, gallinas, etc.) y el trabajo en el campo; produciendo alimentos ya sea para autoconsumo o para la venta. En el caso de ellas, destaca el esfuerzo físico que implican estas actividades y las repercusiones en su salud.
Tal vez sean estas condiciones las que dan los elementos para que las mujeres puedan hacer un análisis preciso acerca de sus procesos y entornos, así como la precisión con la que ponen en práctica los conocimientos que van adquiriendo o generando dentro del proceso formativo.
Entre las áreas de oportunidad del grupo, resaltan la falta de conocimientos técnicos en el área de matemáticas y lectoescritura; así como el fortalecimiento de cualidades que les permitan ejercer un liderazgo positivo en beneficio de su persona, familia y comunidad; por lo que son áreas de oportunidad del curso en sí, es decir, que se ajuste de modo que integre mayores contenidos que permitan, en ese sentido, atender y fortalecer estos aspectos del proceso de aprendizaje.