Es una realidad que la educación de niños y niñas con necesidades educativas especiales (NEE) es una tarea multidimensional que demanda la participación coordinada de distintos agentes, como son los padres y madres de familia, los hermanos, las hermanas, coetáneos, educadores, agentes de intervención psicopedagógico y auxiliares.
Dedicamos este espacio para hablar de las tareas de uno de los auxiliares más importantes en la educación para niños y niñas con NEE: Los educadores sombra (ES).
En definición, un educador sombra es un asistente educativo capacitado en técnicas y estrategias psicopedagógicas que trabaja directamente con un único niño o niña con necesidades educativas especiales (NEE) a partir del síndrome, trastorno o discapacidad, que limitan su aprendizaje en el ambiente escolar y que le dificulta desenvolverse por sí solo (Arias, D., Cadavid., col., 2008).
Por lo regular esta tarea la realiza personal profesional formado en áreas afines a la educación especial, psicología, psicología educativa o psicopedagogía con conocimientos e intereses en temas de inclusión, así como en el diseño de estrategias de intervención. Debido a la alta especialidad y personalización de este tipo de intervención, en México, el pago a profesionales para realizar esta tarea es elevado y vuelve inalcanzable este servicio a familias con posibilidades económicas limitadas.
Es por ello que PRAE, en su interés por brindar este complemento psicopedagógico a los niños y niñas inscritos en sus centros que así lo requieran, instauró programas de servicio social, práctica profesional y voluntariado, dirigidos a estudiantes que estén por egresar de las profesiones afines a dichas funciones, y que tengan interés en capacitarse en esta área (ES).
Este proyecto como muchos otros, apuesta por ofrecer apoyo a las familias, al reducir el costo por la contratación personalizada. Así que, PRAE abre sus puertas a estudiantes y pasantes que deseen ofrecer servicios comunitarios, así como refinar sus aprendizajes universitarios, y al mismo tiempo colaborar en la atención a niños y niñas con NEE, síndromes, trastornos o discapacidades.
Es importante resaltar que el acompañamiento sombra es supervisado y guiado en todo momento por el área de psicopedagogía, la cual se encarga de concentrar, valorar, revisar y aprobar el desempeño de los prestadores de servicio y voluntariado.
El educador sombra: relevancia y exigencia.
Un educador sombra se requiere a partir de la observación de una serie de características del niño o la niña que lo necesita y generalmente esto se detecta mediante un diagnóstico psicopedagógico, educativo y social.
Debe sumergirse en todas las dinámicas escolares que se efectúan al interior del salón de clases, debe motivar al niño o a la niña para que interactúe socialmente con sus pares, desarrollar aprendizajes cognitivos y acciones específicas, apoyar la ejecución de las tareas sin que por ello se convierta en un altavoz del niño, sino para ayudarlo en desenvolverse en su “autonomía”.
La tarea de acompañamiento es altamente demandante, ya que no es sólo el hecho de “cuidar” al niño o la niña, se requiere un alto grado de paciencia, resistencia a la frustración, resiliencia, perseverancia, empatía, pensamiento estratégico y directividad, todo ello con la finalidad de poder lograr en el pequeño y la pequeña el desarrollo de habilidades y fortalecer los puentes socio afectivos con sus pares y adultos, pero también para poder montar estructuras (cognitivas, lingüísticas, motoras) que permitan superar o progresar en gran parte de las necesidades detectadas.
El educador sombra debe mantener una comunicación abierta con la familia y guías (maestras y maestros) para movilizar recursos que permitan el “crecimiento” del niño o niña, que favorezcan sus rutinas, mejoren sus hábitos y se establezcan los aprendizajes mediante la transparencia de un registro anecdótico, de planeaciones y proyectos, para que cuando sea el momento de una transición con un nuevo educador, pueda dar continuidad a las intervenciones anteriores del plan o proyecto.
Así, poco a poco en la constancia de ir construyendo junto con el niño o la niña, se va promoviendo una inclusión en la que las barreras que pueden mermar las diferentes intervenciones, se eliminen.
En una ocasión, un pasante que se integraba como educador sombra dijo:
“¡No sé por dónde empezar!”
A lo que se le respondió:
“Bueno, puedes empezar con ver al niño que tienes frente a ti, obsérvalo reconócelo y lo sabrás todo, después estudias el diagnóstico.”
Cada día es un reto, pero también es una oportunidad para abrir los ojos a una realidad que nos involucra a todos para ser atendida, tocada y asimilada en la mutua aceptación y en el reconocimiento de nuestras posibilidades como seres humanos.
Referencias:
Arias, D., Cadavid, S., Castro, J., Echeverry, C., García, Y., Gaviria, S.,… & Tabares, L. (2008). El papel del maestro de apoyo: liderar procesos de atención educativa en y para la diversidad (Doctoral dissertation, Tesis de pregrado). Universidad de Antioquia, Medellín).