La danza es una de las actividades artísticas más antiguas y emblemáticas de la especie humana, se ha hecho presente en todas las culturas a lo largo de su historia y se ha vuelto un referente cultural y simbólico fundamental en cada etapa de la historia de las civilizaciones.
Como expresión artística, la danza utiliza el cuerpo humano y sus movimientos como base para urdir, con singular gracia, un complejo lienzo de significados, matices y emociones.
Sabido es que en las culturas originarias a lo largo del territorio mexicano existieron gran diversidad de bailes tradicionales, muchos de ellos con distintas funciones sociales: estaban aquellos que propiciaban el goce estético, aquellos solemnes cargados de simbolismos, los que tenían dedicatoria para los dioses ya sea de solicitud, agradecimiento o disculpa… todos ellos registrados en múltiples vestigios de lo que heredamos de aquellas culturas.
Algunas reminiscencias y fusiones de las danzas antiguas se conservan hasta hoy en día en muchas de nuestras comunidades indígenas en todo el país, en el caso de Cuacuila, junta auxiliar de Zacatlán, en Puebla, existe aún la danza tradicional de la comunidad la cual se ejecuta en celebraciones especiales como son: día de muertos, fiesta patronal (19 de marzo) o entrada de la primavera como parte de los rituales que dan inicio al ciclo de siembra.
La Danza del Agradecimiento, nombre que le otorga la comunidad a su danza tradicional, consiste en una serie de movimientos lentamente acompasados en los que los participantes realizan un zapateo discreto y particular mientras forman un círculo, durante la ejecución, las bailarinas (los grupos se componen, principal pero no exclusivamente, por mujeres) portan el traje típico de la comunidad y en sus manos cargan canastas con pétalos de flores, o bien, rosarios de flores entrelazados en forma de collar que colocan a los invitados especiales o danzantes que se incorporan al rítmico circular.
Cuacuila es una comunidad que aún conserva el uso frecuente de su traje típico, sobre todo en las mujeres, si bien la mayoría de ellas ya no lo utiliza para su vida diaria, sí es común portarlo en celebraciones y eventos especiales. El traje de las mujeres de la región se compone de los siguientes elementos:
-La blusa o tlahmach camisahtli que lleva un bordado muy bonito en el cuello que se llama tamastli.
-El queshquemetl o mandil, el velo le llamo yo porque a veces lo portan en la cabeza como en la foto de Magos.
-La falda o cueyitl hecha de lana de borrego. La falda se asegura con una faja o ilpicatl.
-Y usan una cinta para unir sus trenzas que se llama tzonilpicatl.
Sin duda, la danza de la comunidad sigue teniendo un gran valor entre los habitantes de Cuacuila, danzar para su comunidad es digno de honor y respeto pues representa lo más profundo de su identidad indígena, sus tradiciones y su ser como comunidad.
Aunado a la danza de Agradecimiento se ha sumado en los últimos años a las celebraciones de la comunidad la Danza de los Diablitos, baile que adoptó un grupo de niños, jóvenes y adultos varones de la comunidad. Dicha danza es herencia de los Diablos de Juxtlahuaca, comunidad mixteca oaxaqueña en la que se baila a ritmo de banda.
Esta danza es característica por su picardía pues, los diablos, mientras danzan asustan a la gente, hacen travesuras y gran cantidad de picardías a los asistentes. Un integrante muy especial de la adaptación de la danza en Cuacuila es que el bailarín principal se disfraza de mujer y hace exageración de los atributos físicos femeninos mismos con los que “seduce” a los espectadores.
Y de esta forma es como Cuacuila expresa sus hermosas costumbres a través de la música y baile, del cuerpo y las flores, de la identidad y el corazón.
