En el mundo existen cada vez más desigualdades, relacionadas con múltiples aspectos estructurales, económicos y políticos, que se traducen en condiciones de vulnerabilidad, pobreza y privación de bienestar. En ciertos ámbitos se desarrollan diversas iniciativas políticas y culturales dirigidas a la igualdad de derechos, sin embargo, y a pesar de estas iniciativas, la brecha de desigualdad laboral y los derechos humanos es todavía diferente para las mujeres y las niñas en México.
Según cálculos del CONEVAL, en 2018 las mujeres representaban a la mayor parte de la población en situación de pobreza, pues por cada 100 hombres en esta situación había 109.3 mujeres; cifra que refleja principalmente carencias de rezago educativo, carencias por ingresos, sin acceso a servicios de salud y a la vivienda. Eso implica claramente un escenario desigual para las mujeres, en donde sus roles y contribuciones a la sociedad difieren de las de los hombres.
Y es precisamente en este escenario en el que Proyecto Roberto Alonso Espinosa (PRAE), desde sus Centros de Desarrollo Comunitario trabaja con mujeres de cada localidad, propiciando y atendiendo su formación académica y profesional, con el objetivo de potenciar el desarrollo de su independencia económica, laboral y familiar, brindando espacios de diálogo, reflexión y acción colectiva con otras mujeres.
Esta participación rompe estereotipos, ya que las mujeres al tener roles y funciones bien delimitados, como el cuidado del hogar y de la familia, al colaborar en PRAE o tener actividades de algún tipo en los centros comunitarios, comienzan a ser vistas por su comunidad como referentes de cambio.
Estas mujeres más allá de los roles, trabajan en su propio empoderamiento y crecimiento personal, desarrollando su autonomía en la toma decisiones sobre su propio cuerpo o la autonomía de administrar o dedicar su tiempo a fortalecer su propio crecimiento, resignificando así su papel en la comunidad y cambiando sus expectativas de desarrollo personal, familiar y comunitario.
Es así que vemos mujeres rompiendo paradigmas; vistas no solamente como cuidadoras, sino como promotoras o educadoras comunitarias, como mujeres profesionales y realizadas, con intereses propios y en pro de su sociedad.
Tal es el caso de Florentina, mujer indígena nahua de San José Cuacuila, quien decidió ser parte de PRAE, a través de su participación como educadora comunitaria. Ella menciona lo siguiente: “Trabajo día a día preparándome para dar el mejor servicio a los niños y las niñas, pues haciendo mi labor contribuyo al mejoramiento de mi comunidad educando de una manera diferente”.
La cita anterior da cuenta de la trascendencia que tiene el trabajar con mujeres en los Centros de Desarrollo Comunitario de PRAE, pues su labor las inspira primero a ellas mismas, después a sus familias y ahora también con su ejemplo tocan a toda la comunidad.