Las mujeres tenemos un papel esencial en el desarrollo y en la generación de mejores oportunidades para nosotras mismas, para nuestras familias y para nuestras comunidades. Sin embargo, ya sea en el campo o en la ciudad, las condiciones desiguales de los contextos limitan las posibilidades de desarrollarnos de manera plena. Por poner un ejemplo, el caso particular de las mujeres, la condición de pobreza está directamente relacionada a factores socioculturales, que inciden en la posibilidad de acceso a la educación, servicios básicos, crédito, incursión en el campo laboral, capacitación y tenencia de la tierra (PNUD, 2004).
Estas condiciones de desigualdad repercuten de igual manera, en la forma en la que las mujeres nos relacionamos, nos organizamos y colaboramos de manera activa, por lo que resulta fundamental construir espacios de mayor participación en los que podamos revalorizar nuestro papel como gestoras y transformadoras del entorno, reconociendo nuestras propias capacidades y las de otras mujeres. Cuando hablamos de organización y participación generalmente pensamos en un grupo de personas que se ponen de acuerdo para trabajar, esas personas lo hacen porque tienen un interés u objetivo común.
La participación entonces nos puede remitir a múltiples escenarios, desde una concepción política y democrática como el derecho al voto, hasta una mirada integral que incluye la participación de las mujeres en nuestros propios contextos, en espacios en donde podemos expresar nuestras opiniones y tenemos la posibilidad de defenderlas, y en donde podemos conjuntar nuestros roles (principalmente de cuidados) con nuestras capacidades para promover el desarrollo de nuestras comunidades en acciones conscientes y transformadoras, logrando nuestro empoderamiento.
Empoderar a las mujeres a través de la participación implica adquirir la capacidad de tomar decisiones de manera consciente en todos los aspectos de la vida personal y social para intervenir plenamente y en igualdad en todos los ámbitos de la sociedad. Entonces, el empoderamiento se podría definir como aquella adquisición de poder que permite la toma de decisiones a partir de la consciencia como sujetas de acción y transformadoras de su realidad (Lagarde, 2012). Distinguiendo algunas categorías de importancia como la física, la humana, la intelectual, la económica y la personal. Es el proceso a través del cual las personas o comunidades se dan cuenta de la capacidad que tienen para influir y participar en la toma de decisiones sobre las cuestiones que les corresponden y la utilizan a través de diferentes mecanismos individuales, pero sobre todo sociales, como la organización y colaboración entre iguales, para transformar la sociedad.
En los Centros de Desarrollo Comunitario (CDC) de Proyecto Roberto Alonso Espinosa (PRAE) promovemos el desarrollo de proyectos que inciden directamente en la organización y participación de las mujeres y posibilitan su empoderamiento. Los proyectos Traspatios Holísticos de los CDC Zacatlán y Cuacuila, y Mujeres Semilla del CDC CDMX, son un claro ejemplo de la manera en que la participación de ellas puede transformar. Las mujeres que participan en estos proyectos se organizan para recibir diversos servicios y realizar junto con PRAE actividades que favorecen su vida personal, familiar y comunitaria: los talleres de formación, la implementación de huertos familiares y las cajas de ahorro, son algunos ejemplos.
A pesar de tener contextos muy diferentes, las mujeres participantes comparten situaciones, padecen de las mismas desigualdades y luchan por el bien de sus familias y comunidades. El día 02 de agosto del 2022, estas mujeres pudieron encontrarse en el CDC Zacatlán, conocerse, compartir sus experiencias, hablar de la forma en la que se han organizado y conocer sus logros y retos.
Estamos plenamente seguras de que es a través de estos procesos comunitarios, como las mujeres pueden participar, decidir, hacer oír su voz y visibilizar su importancia en todos los roles que asumen, transformando su realidad personal y colectiva, mediante el desarrollo de la confianza en ellas mismas y en sus capacidades individuales para afrontar las adversidades y a través de la cooperación y la organización para mejorar sus condiciones.
“¡Soy su fan, les admiro el valor y la decisión de venir a la Sierra, tenemos mucho que compartir, muchas gracias por venir!”
“¡Gracias por compartir sus experiencias y conocimientos de lo que realizan en sus comunidades, felicidades por su organización y apoyo para lograr un bien común para su comunidad, son grandiosas y admirables!
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Edición: Rocío Carrillo de Albornoz y Leticia Venzor
Bibliografía/Referencias:
Lagarde, Marcela y Valcárcel, Amelia, 2012. “Feminismo, género e igualdad”, (cords.), Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID)/Fundación Carolina, Madrid
PNUD, 2004, “Guía del Mundo. El Mundo visto desde el Sur” en Informe sobre Desarrollo Humano, Instituto del Tercer Mundo, Montevideo.