Transitamos por diversos desafíos en nuestro tiempo, crisis económicas, desigualdad expresada en pobreza, falta de atención a los derechos básicos, cambio climático, violencia, y conflictos. En este contexto, las mujeres no solo se ven más seriamente afectadas, sino que representan un papel fundamental en la mejora de las condiciones sociales y económicas de las sociedades, al tener las ideas y la capacidad de liderazgo de resolver sus problemáticas.
La realidad de las mujeres es distinta, dependiendo del lugar geográfico y sociocultural en el que se encuentren, determinando sus oportunidades de desarrollo pleno. El rol que asumen las mujeres en cada sociedad depende de muchos factores que condicionan su vida, este rol ha sido tradicionalmente visto desde el ámbito de lo familiar, sin embargo, progresivamente las mujeres han ido asumiendo otros roles, reivindicando su papel fundamental en el desarrollo de sus comunidades.
Las mujeres son capaces de generar acciones individuales que influyen en la acción comunitaria dentro de su entorno, desde la gestión de los servicios en su comunidad, hasta la resignificación de sus roles, en donde juega un papel fundamental la visibilización de la importancia de las tareas de cuidados. Estas acciones de transformación permiten escenarios de participación y empoderamiento no solo de su comunidad sino de las mujeres, que se ven plasmadas en lo simbólico, lo político y lo social. De esta manera se resignifican los espacios en donde tienen presencia, convirtiéndose en lugares de participación, cohesión y autogestión. Se genera un aprendizaje de valores comunes para la transformación de su entorno.
Empoderamiento, ha sido una palabra ampliamente empleada al hablar de perspectiva de género y que concentra conceptos como poder y libertad. El empoderamiento desde este documento es visibilizado como el proceso que permite el incremento de la participación de las mujeres en todos los aspectos de su vida personal y social y a través del cual pueden intervenir plenamente y en igualdad en todos los ámbitos de su sociedad, incluyendo la toma de decisiones.
Es el proceso a través del cual las personas o comunidades se dan cuenta de la capacidad que tienen para influir y participar en la toma de decisiones sobre las cuestiones que les corresponden y la utilizan a través de diferentes mecanismos individuales, pero sobre todo sociales, como la organización y colaboración entre iguales, para transformar la sociedad.
En cualquier contexto, el empoderamiento de las y en las mujeres favorece a toda la sociedad, es fundamental para alcanzar la igualdad, la equidad, el desarrollo y la paz, es clave para erradicar la pobreza y favorecer la justicia social. Permite que las mujeres participen, decidan y hagan oír su voz y voto, visibilizando su presencia en espacios públicos y privados. Propone transformaciones en las dimensiones personal, colectiva y de las relaciones cercanas.
La primera consiste en desarrollar la confianza en sí mismas y las capacidades individuales para superar situaciones de opresión o desigualdad. La dimensión colectiva se refiere a sumar esfuerzos individuales, con el objetivo de lograr un mayor impacto en un fin perseguido, a través de la cooperación y la organización; y por último de la dimensión de las relaciones cercanas se encuentran las habilidades de negociación, comunicación, obtención de apoyo y defensa de derechos.
Las mujeres son actoras fundamentales de la transformación social, cuentan con la capacidad de incidir de manera positiva en su entorno. Mediante diversas acciones, Proyecto Roberto Alonso Espinosa (PRAE), a través de sus Centros de Desarrollo Comunitario (CDC), las impulsa a adquirir herramientas que detonan su potencial, y a generar posibilidades de desarrollo en su comunidad en donde puedan replicar estos potenciales y cumplir el rol de protagonistas de esta transformación individual y colectiva, ganando autonomía y permitiendo a nivel macro replicar su vocación por mejorar sus condiciones familiares y las de otras mujeres de su comunidad.
Las mujeres son capaces de organizarse con otras mujeres para crear alianzas que impacten a sus familias y a sus entornos, saben sumar voluntades alrededor de objetivos comunes, reconstruyen el tejido social mediante su historia personal, familiar y comunitaria. Estos logros se convierten en representaciones sociales que son una manera particular de comprender y comunicar una manera que al mismo tiempo crea la realidad y el sentido común a su entorno inmediato, como algo que era abstracto se vuelve una realidad, creando una red visible que inspira a otras mujeres a buscar la transformación social.
“La participación de las mujeres es sumamente importante para el desarrollo social. Las mujeres somos luchadoras, emprendedoras, valientes, creativas, somos un conjunto de fortalezas. Gracias a estas fortalezas ayudamos al desarrollo de la sociedad por medio de nuestras ideas, nuestras acciones, lo que compartimos, lo que creamos, porque nuestra acción profesional, nuestra comprensión, nuestro amor infinito por la humanidad a través de nuestra docencia transforma y trasciende a la sociedad”.
Concepción Arista. Asesora pedagógica CDC CDMX